domingo, septiembre 16, 2007

La arqueología de protección patrimonial en el estado de Hidalgo


Los trabajos de salvamento y protección del patrimonio arqueológico en el estado de Hidalgo hunden sus raíces por lo menos desde la época en que se intervino la pirámide del Tecolote en Xihuingo, así como en los trabajos de recuperación de vasijas toltecas por parte de Manuel Arellano Zavaleta durante la construcción de una pequeña presa en Acayucan. Los trabajos de rescate estuvieron también presentes en el arranque del Proyecto Tula de 1968, pero no es sino a partir de 1977, cuando se crea el Centro Regional del INAH en el estado de Hidalgo, en que se consolida a nivel local el compromiso de instituto con lo que marca la ley federal y se generan las bases para las intervenciones regulares por parte de los arqueólogos adscritos al INAH en el estado para recuperar información de depósitos arqueológicos en peligro de afectación o incluso desaparición por el desarrollo de la obra pública de vialidades y equipamiento urbano de nuestras ciudades.
Es así por ejemplo, que el arqueólogo Rafael Abascal a fines de los setentas recuperó información fundamental de la presencia de depósitos con material prehispánicos durante las obras de construcción del estacionamiento bajo el reloj monumental de Pachuca. Mas tarde, a principios de los años ochenta, y con motivo del trazo de la vía férrea del tren México-Querétaro y de la construcción de obras de infraestructura turística en el sitio, da a luz el Proyecto de Salvamento y Rescate en el área de Tula o Proyecto Tula 1980, coordinado por el arqueólogo Rafael Abascal, director en esos años del CRH. Al parecer fue un proyecto muy controvertido en su momento, sin embargo, al igual que en los salvamentos realizados a fines de los sesentas, las excavaciones dieron su fruto académico pues se han publicado un estudio comparativo de las unidades habitacionales excavadas en el sitio, así como otro acerca de las prácticas funerarias presentes en los entierros recuperados, sin embargo aun faltan de publicar varios de los trabajos realizados en el marco de ese proyecto. En ese contexto también se realizaron las exploraciones del sector conocido como Zapata II que fue también un rescate realizado por el arqueólogo Carlos Hernández Reyes.
Desde esos años hasta la fecha, diferentes rescates y salvamentos han sido realizados en diversas partes del estado, mismos que no han dejado de brindar información arqueológica sobre la diversidad e historia cultural del mismo. Ejemplos de éstos son los trabajos realizados por el arqueólogo Ricardo Martínez en el Cerro del Elefante, el cual tiene restos arqueológicos de tipo monumental del periodo Postclásico en su cima y donde se localizó una escultura monumental de la época. Destacan también los trabajos de rescate arqueológico realizados a fines de los ochenta e inicios de los noventa en el municipio de Ajacuba, por el equipo de los arqueólogos Susana Gómez y Enrique Fernández en ese entonces adscritos al centro INAH Hidalgo.
Otro trabajo importante en el rubro de protección al patrimonio arqueológico fue el rescate de los restos de una tumba con materiales zapotecos realizado por el arqueólogo Carlos Hernández Reyes en el sitio de El Tesoro, en las cercanías a Tepeji del Río. En la misma área de Tepeji del Río, en el paraje de El Potrerito, el mismo investigador realizó el rescate de un entierro humano cuya ofrenda tenía cerámicas tipo Ticomán III y figurillas que indican probables relaciones con las culturas Chupícuaro ubicadas en El Bajío. En relación a la posible presencia de elementos de la cultura Chupícuaro en el estado, el rescate realizado en la Colonia Tepeyac en Tulancingo de un enterramiento humano con una atractiva ofrenda funeraria, indica muy probablemente la presencia de relaciones culturales en el Formativo Tardío con las sociedades del Occidente de Mesoamérica.
En la porción sudponiente de la entidad también se han realizado diversos rescates arqueológicos que documentan la presencia de elementos de la cultura teotihuacana en Hidalgo. Así parecen ejemplificarlo, por ejemplo, el rescate que realizaran arqueólogos del Centro Regional a fines de los ochentas de entierros del periodo Clásico recuperados bajo las calles de San José Atlán, una comunidad cercana a Huichapan, en el sector norponiente del Valle del Mezquital, probablemente relacionado con el proceso que llevó a la introducción de los rasgos culturales de la sociedad teotihuacana hacia las tierras del sur de Querétaro y Guanajuato durante el periodo Clásico.
En la misma región de estudio, el crecimiento urbano de la comunidad actual de Chapantongo comienza a poner en peligro los depósitos prehispánicos del Epiclásico ubicados en su cercanías. Por ello el “Proyecto Distrito Alfarero del Valle del Mezquital”, coordinado por la arqueóloga Patricia Fournier García, ha llevado a cabo un programa de salvamentos y rescates arqueológicos que incluyen la elaboración de excavaciones arqueológicas extensivas e intensivas desde 1996. Gracias a este programa de excavaciones de rescate y salvamento, hasta este momento se han excavado cerca de 18 estructuras en tres de los sectores cívico ceremoniales del asentamiento prehispánico logrando exponer la secuencia arquitectónica y deposicional en varias de estas estructuras.
No sólo en la zona del Altiplano se han realizado exploraciones arqueológicas de salvamento. También se han realizado rescates arqueológicos en la huasteca hidalguense, como la excavación de una tumba en el barrio de Huey Taxco por el arqueólogo Carlos Hernández y las exploraciones de la arqueóloga Enriqueta Manzo Olguín en el sitio arqueológico de Patatlata.
En el sudponiente de la Sierra Madre hidalguense, en el límite con el entronque con las tierras del Atiplano, se hicieron recorridos y excavaciones arqueológicas por parte de la arqueóloga Maria Antonieta Moguel Cos de la DSA-INAH con motivo de la construcción de la presa Zimapán a inicios de la década de los noventa.
Otros trabajos de investigación por afectación de obras serían los realizados por el equipo de la arqueóloga Angélica Oviedo de la Dirección de Salvamento Arqueológico en la zona de Tulancingo y Acaxochitlán, municipio este último donde localizarían vestigios de ocupación teotihuacana, así como hay que señalar las investigaciones de los arqueólogos Rubén Manzanilla y Adan pacheco realizadas en la región de Pachuca-Tizayuca con motivo de las obras de introducción de fibra óptica.
Entre otros trabajos en la entidad en la década de los noventa destacan los realizados por motivo de la ampliación de las obras de la carretera Tula-Tlahuelilpan que permitieron la excavación de dos estructuras habitacionales ubicadas en el barrio de alfareros de la antigua Tollan investigación que llevó a cabo el arqueólogo Carlos Hernández, así como las excavaciones arqueológicas de un barrio de trabajadores de concha realizadas con motivo de la construcción del hotel Sharon. Destacan también los trabajos de rescate arqueológico dirigidos por Osvaldo Sterpone del centro INAH Hidalgo a mediados de la década pasada en el sitio de Los Olmos, ubicado en la comunidad de Tizayuca. En este sitio se excavaron los restos de una capilla cristiana y un atrio del siglo XVI, así como una numerosa cantidad de entierros asociados. El análisis de los restos oseos, en especial de las deformaciones en el primer metatarsiano, y la abundancia de malacates arqueológicos en el sitio evidenciaron la presencia de la actividad textil entre la población población femenina de la época.
En esa misma década se realizaron por parte de los arqueólogo Ricardo Martínez y Carlos Hernández Reyes los trabajos de rescate de un montículo arqueológico en Tzazacuala, en la zona conocida como Tierras Largas, en el municipio de Santiago Tulantepec, donde se recuperó durante la excavación de una estructura habitacional del epiclásico los restos de un brasero ceremonial con un elaborado diseño modelado del dios venusino devorado por el jaguar nocturno.
Ya a inicios de este milenio se llevaron a cabo las excavaciones de rescate en el sitio La Lagunilla, ubicado en el municipio de Epazoyucan, por miembros del “Proyecto Geografía Histórica” de Osvaldo Sterpone, descubriendo parte de un conjunto residencial teotihuacano de más de 50 cuartos y 3 hectáreas de extensión y recuperando valiosa información sobre los procesos de trabajo de la obsidiana y el papel jugado por las comunidades en la explotación y distribución de la misma.
A mediados de esta primera década del milenio se realizó por parte de quien esto escribe un rescate de entierro múltiple en la comunidad de Pañhé en el municipio de Tecozautla, una de cuyas características a destacar es que los dos adultos presentaban huellas de haber sido flechados. También a cargo de un servidor se realizo a mediados de la década un recorrido arqueológico en la zona de Huichapan-Tecozautla con motivo de la construcción de una línea de transmisión eléctrica entre ambas poblaciones, localizándose varios sitios nuevos, redefiniendo la ubicación de otros, desviando la línea para la protección del sitio arqueológico de Pañhú y realizando los rescates arqueológicos correspondientes.
En la actualidad se siguen realizando de manera continua trabajos de rescate y salvamento arqueológico en la entidad. Destacan en este momento las exploraciones en el distribuidor vial en la ciudad de Tula, así como la ejecución de numerosos rescates en el área B de la zona arqueológica de Tula, trabajos coordinados por el arqueólogo Luis Manuel Gamboa Cabezas. También es de señalar el trabajo continuo de rescate y salvamentos arqueológicos en el municipio de Tizayuca realizados por el arqueólogo Juan Carlos Equihua y su equipo de colaboradores con motivo de la construcción de nuevas desarrollos habitacionales en ese municipio.
Actualmente se están realizando excavaciones de rescate arqueológico en el municipio de Zapotlán de Juárez por parte de los arqueólogos César Vázquez y Alfonso Torres del centro INAH Hidalgo; se acaban de terminar los trabajos de rescate en la Col. San Miguel del Arco por parte de la arqueóloga Guadalupe Islas; se realizaron trabajos de vigilancia arqueológica por obras en el centro histórico de Pachuca por parte del arqueólogo Carlos Arriaga Mejía y se han realizado recientemente intervenciones de urgencia en La Mesilla, Tecozautla, en el Cerro Chilicaxtle en Zempoala, en la Col. San Jose Caltengo de Tulancingo y en la comunidad de Boxaxní en el municipo de San Salvador por parte de los arqueólogos adscritos al centro INAH Hidalgo.
Amen de los trabajos de protección técnica realizados por personal de investigación del centro INAH Hidalgo, en la actualidad se encuentran en curso las investigaciones de salvamento por motivo de la construcción de la carretera Arco Norte por parte del arqueólogo Fernando Getino de la DSA del INAH, así como las investigaciones de Patricia Castillo y su equipo de colaboradores en Atotonilco de Tula, Epazoyucan y Acayucan con motivo las obras para el gasoducto, entre otros proyectos. Por otro lado, recientemente se continuaron los trabajos de rescate arqueológico de los restos de un mamut en el municipio de Singuilucan por parte del Dr. Joaquín Arroyo Cabrales de la Subdirección de Laboratorios y Apoyo Académico del INAH.
Como se puede apreciar, la riqueza arqueológica del estado, se encuentra en constante peligro de afectación sea por causas naturales o sociales. Afortunadamente varias de las obras de construcción de mayor impacto a nivel estatal han sido sujetas a inspección por parte de los especialistas del INAH y en su caso, realizadas las investigaciones arqueológicas pertinentes. Desgraciadamente no todos los hallazgos o afectaciones nos son reportados al instituto y todavía falta mucho por andar para establecer una política continua de colaboración entre el INAH y las instancias federales, estatales y municipales que autorizan obra pública o privada en áreas donde potencialmente puedan afectar el patrimonio arqueológico de la entidad. Es claro que si bien las obras de infraestructura son proyectadas mirando hacia el futuro del país, este no será un futuro mejor sino se mira también hacia ese pasado que ha conformado nuestro presente. En ese sentido el rescate o salvamento arqueológico constituye en muchos de los casos la única fuente de conocimiento posible sobre un bien patrimonial que de otra manera estaría condenado a desaparecer y a olvidarse bajo el feroz y seductor avance de la modernidad.

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